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Fue mi voz la que rompió el silencio
fue la imprudencia de un sonido
que persigue perturbar tu mansa calma.
Fue un destello de esplendor, casi un
corrido
que pronuncié a la carrera aquella tarde
esperando que escucharas y admiraras.
Fue saberme inmerecido de tus besos,
alejado del cuido de tus brazos
lo que súbito me puso advertido,
a captar tu atención tan solo un rato.
Quería expresarte con palabras cuanto
quiero
y no encontré otra cosa que un poema,
y tenía que elegir uno entre tantos
tomé prestadas unas frases de Montejo
y recité aquellas letras musicales,
que hacían parecerme un erudito
-Casi un sabio-
“…la tierra giró para acercarnos,
giró sobre si misma y en nosotros…”
“…se que tu amor puede alcanzarme
más allá del peso de las horas
y la ciega tiranía de los astros…”
“…lo que escriba en tu vientre
quizá no sea sino una flor…”
“…y si vuelvo alguna vez
será para escuchar tus voces nítidas…”
Así, me escondí en la grandeza del poeta
para ocultar mis propias faltas,
cuando en realidad soy solo un asno.
Caracas 11 de septiembre de 2011
Nuestros actos son la única prueba de la sinceridad de nuestro corazón y nos identifican.
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