Escribo por no callar.
Grito ahogado en un teclado.
No se escuchará de mis labios,
prohibida razón silencio en vida.
Es lo que queda, callar y soñar,
alguna cosa he hecho,
para merecer el tormento
de tener que razonar en silencio.
Tormento, ¿vanidad?
¿Soberbia mundana?
castigo es tener respuestas
que nadie escucha
¿será que no son correctas?
Pero cuando los hechos
muestran la verdad,
ya ¿de que sirve la razón?
zozobra de conocerla antes.
Por ello no nos es dado conocer
el futuro, no se puede cambiar,
escrito está es la verdad.
Y la historia la escriben los necios,
y recibimos una versión adornada.
Es triste darte cuenta
que en un momento
se deja de participar
para formar parte de ella.
Y en silencio escuchar a Bach
y ver pasar la brisa mañanera
en un amanecer de invierno,
extrañando pasado y presente imposibles.
Pago con gusto mi cuenta,
aunque no sé qué es lo que debo,
por castigo, bendición,
saber que en algún lado,
estas segura y feliz.
Aunque yo no forme parte de ello.
y a veces ni siquiera aquello
se me da como consuelo.
Destino de amar ausente.
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