Por disculpar cada cosa que hice bien o mal, desde ayer hasta pasado mañana,
por la distracción que ofrece a diario tu sentida mirada,
por tus descuidados desnudos que llenan todo el espacio de realidades,
por los juegos y piruetas que dibujan tus manos sobre mi tela rasgada,
por tus gestos sobre mis sábanas, con tus colores encendidos y tus girasoles cálidos.
Gracias por tus sanas pisadas que detienen mis carreras accidentadas,
gracias por promulgar las leyes de mi patria y hacer enmiendas a cada instante, reescribiendo todos mis códigos con nueva sangre,
gracias por escuchar mis discursos insignificantes, enredados, llenos de consignas repetidas, envejecidas, consumidas y continuadas…
gracias por tu fiel militancia en mi partido de contrariedades, permanecer leal al rigor de mi doctrina y extensa campaña.
Gracias por mantener tu bandera en mi montaña, convertirme en tu cara o cruz, seguir apostando, soñando con fe que un día ocurra el milagro y caeré de canto…
Entre POA-PTY y Calabozo, 4 al 23 de agosto de 2014
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