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Un día me hice subterráneo
Fui tan dentro de mi centro
Que descubrí fuegos eternos
Y vapores espontáneos…
Fue una contradicción saberme tan profundamente extraño
Fui tan dentro de mí que sentí miedo de mi propio centro y de su propio espanto
Ahí se mantenían vivas las más ontogénicas rabias y las más crudas vergüenzas... vergüenza de ese mí mismo de lo que estaba hecho y desconocía
Un día me hice acuático
Y en las tibias aguas de mi nuevo manantial floté reconfortado... Más claro de lo que aún no soy y más convencido de lo que he ido dejando de ser
Un día nadé en mi calmado lago y descubrí que más logré en ese viaje al centro de mi tierra, que el tiempo perdido contemplando cielos imposibles y distantes... ahora me permito continuar observado ese mismo cielo sin preguntarme mucho ni entender tanto de lo que nunca seré y ya no extraño, ni buscar estrellas en esos cielos inalcanzables...
Un día comprendí que algunos animales (humanos) se hacen manos con el tiempo y como yo, ya no muerden, ya no ladran… y aunque vas dejando de mirar, logras entender que hay otros sentidos con los cuales orientarse y comprendes que existe un equilibrio entre el centro de tu tierra y aquel universo inmenso que aun contemplas admirado.
Calabozo 16 de febrero de 2015
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