Aceptación vienes con la paz.
O tal vez sea al contrario,
a veces es difícil callar,
o el silencio termina hablando.
Aceptar una mano sincera,
un abrazo, un deseo noble,
son nuestros mismos prejucios,
los que nos hacen pobres.
Crecer es aceptar,
comienza por nosotros mismos,
termina en los demás,
en silencio sin juicios.
Sin propaganda ni aspavientos,
el plumaje del pavo real,
es producto del deseo incierto,
de experiencias necesarias loables.
Para después volver al principio,
al silencio, luego del ruido estridente,
al latido de nuestra madre,
cuando estabamos en su vientre.
Vivimos buscando la paz,
en objetos de momentáneo deseo,
cuando en realidad, la verdad,
se encuentra en el interno silencio.