Sabía pocas cosas,
desconocía
pero me decían que:
El arrojo y la entrega
se parecía al Che,
que todo lo surrealista
era de Picasso ó
de Dalí,
que el amor se hacía en Paris
que la niebla era de Londres
Y la rumba venía de Madrid.
Me decían que la locura
se parecía a Reverón con un pumpá
y a Van Gogh sin una oreja
me decían que había una historia propia
y otra en Grecia que era occidental,
me decían que había tres payasos
Chaplin, Cantinflas y un Marceau,
me decían que aquí estaba lo mejor
que teníamos muchos héroes a caballo
que había unos “Girones” de toreros
que llamaban “mataores”.
Que el béisbol y Concepción eran lo mejor
me decían que escuchara
merengues, pasodobles y boleros
y algunas canciones llaneras.
Me decían que existían maravillas
llamadas cine, televisión y radio,
que no viera a Rafael ni a Sandro,
que había dibujos animados
y un Zorro negro montado en Tornado.
Que los cielos los surcaba Superman
y había un Meteoro a gran velocidad.
Me decían que no podía gritar
que no me debía enojar,
me decían que debía parecerme a papá
y amar más a mamá
Aunque luego no fuera igual
que había patios para saltar
y un universo desconocido,
que servía para soñar.
Me decían que debíamos amar
me decían que en asuntos del corazón
llevamos las de perder,
que no valía la pena jugar.
Que en política aspiramos a lo igual
me decían que para vivir
debía sumar y multiplicar
jamás restar.
Que existían muchos libros,
novelas y poesías,
sin contarme las hazañas que escondían.
Me decían que había miedos y fantasmas
que en las noches acosaban,
unos venían por las ventanas
y otros se escondían bajo mi cama.
Me decían tantas cosas a la vez
que fui olvidando.
Caracas 6 de septiembre de 2011.
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